miércoles, 6 de octubre de 2010

Reseña


Al salir de la casa y afrontar las obligaciones de   la universidad, a defenderme en este pícaro mundo, a solucionar problemas sin ayuda materna ni paterna me he  sentido  como en el aire, como abandonada por la vida. Es ahí donde acepto que es importante disponer de herramientas mentales que nos permitan afrontar los tropezones de la vida con tranquilidad y con ánimo de aprender sin sufrir mucho.
En la búsqueda de esas herramientas mentales para afrontar las dificultades me encontré que los consejos de mi profesor Melquiades, inspirados en la lectura de algunos libros de análisis del ser como “Budismo Zen y sicoanálisis”, “Tener y Ser” de Erik From; “Los hijos del Trueno” de Jesús Piñacué, “La espiritualidad del éxito” de Vicente Roazzi,   engranaban en mi mente con algunas lecciones aprendidas en mis ratos de terapia de técnicas orientales como el “Tay Shi”  y el “ReiKY”; pero me pregunto sobre como uno se complica la vida y como  sufre al distanciarse de sus papas, como sufre cuando pierde algo querido como una mascota; y la otra pregunta es cómo hacer para minimizar este dolor?
Pues poco a poco y a partir de mi preparación para una cirugía de columna conocí el enfoque llamado de visión horizontal que permite hacer que la mente engrane con elementos del paisaje, del clima, de la vida misma y los asuma con naturalidad, sin calificarlos, sin opinar sobre la forma sino simplemente los disfrute con la máxima concentración ( visión unitaria ) a diferencia de la otra visión denominada visión calificadora o “Visión Polar” que la practicamos de manera social en nuestra cultura y es aquella que nos lleva a calificar las situaciones y a las personas como buenas o malas, siendo que en la naturaleza nada es bueno ni malo sino simplemente cumple su función natural o sobrenatural para lo cual fue creada.
Esta forma de ver la vida, de manera  un poco más integral o sea más interactuante y tratando al máximo de “sacarle” información y conocimientos a las experiencias que la vida misma nos lleva, es una forma de explicar la visión unitaria. En la visión unitaria, no solamente   aprendemos a relajar la mente para que la vida fluya sino que con algo de entrenamiento logramos deducir la información que la existencia misma nos comunica por medio de golpes como la perdida de una mascota, o como una cirugía a manera de preparación para eventos posteriores que tendrán que ver hasta con la misma salida de este mundo.
Cuando a uno lo diagnostican para una cirugía de alto riesgo, indudablemente que la presión de los apegos maternales y de la familia inmediata nos lleva a la perturbación mental pues algo grave esta pasando. Si además de eso se le suma el llanto incontrolado de seres inmediatos, la preguntadera de la gente del entorno, uno como que se ve a gatas para lograr estabilizarse porque de manera indirecta le están diciendo que puede perder la vida o como me decían que podría perder movimientos pues el riesgo alto de la cirugía así lo ameritaba. 


Pero al dirigir mis pensamientos hacia la visión unitaria, o sea obligar a mi mente a pensar que no soy solamente cuerpo físico, sino que la gran pero la gran mayoría de mi existencia es el no ser o sea la energía libre, desde donde puedo mediante la meditación invocar y comunicarme vía ensoñación  con la energía del universo o sea con Dios mismo  y al repetírmelo de manera constante, poco a poco y con ayuda de las terapias mencionadas como el Reiky y las sesiones de TayShi además de algunas entrevistas con personas estudiosas de esta temática me llevaron a auto controlarme, a dominar ( si se puede llamar así) a mi mente asustadiza y nerviosa y salir adelante en esta prueba dura;  durísima pero al fin superada.
De esta experiencia un poco traumática me nació la inquietud de conocer algo más sobre la visión de oriente que ahora caigo en cuenta que no solamente de la China o del Japón sino que en los aborígenes americanos, como ejemplo cito  “Hijos del Trueno”,  también se puede aprender esta forma de ver la vida y sobre todo de sentirla, pues parece que estos grupos étnicos han logrado tal interacción con la naturaleza que a pesar de la invasión de la otra cultura europea en la conquista, ellos han logrado conservar algún recuerdo histórico de la visión natural de la vida. Esta no implica miedo a  nacer ni a morir, no lleva temores a la oscuridad ni a la soledad, solamente enseña a disfrutar y a observarnos en las diferentes situaciones que la vida nos coloque y si logramos “oir, ver y sentir con las tripas” no necesitaríamos posiblemente mayores sufrimientos para aprender a vivir sin apegos ni temores inculcados culturalmente.
Podría decir que el secreto para una vida sana y alegre seria algo así como aprender a “sentir con las tripas”.

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